Santa Maria Magdalena Yancuitlalpan, vista y escrita por un Investigador.
Para llegar al pueblo de santa María Magdalena Yancuitlalpan es necesario trasladarse a la ciudad de atlixco, misma que a principios del siglo xx fue un importante centro textilero. De allí nos dirigimos a la cabecera del municipio de tochimilco por una carretera que durante treinta años fue de terracería y que apenas se pavimentó en 1992.
Tochimilco fue importante en la época colonial, lo notamos por los edificios antiguos y su templo; la vía del tren llegaba hasta el lugar para recoger la producción de aguardiente. tochimilco y la Magdalena estaban comunicados por una vereda que posteriormente se convirtió en un estrecho camino, hoy en día mejorado para facilitar un posible desalojo en caso de que haga erupción el volcán Popocatépetl.
A pesar de contar con vías de comunicación y transporte público, que proliferó al pavimentarse la carretera (antes el autobús llegaba dos veces por semana, sólo los días de plaza), al llegar a la Magdalena se tiene la sensación de resguardo, de lejanía, de retiro. esto también se debe a que dista sólo ocho kilómetros del cráter del volcán, la segunda altura más importante de México.
Sus habitantes son parte indisociable del coloso, viven con intensidad todos sus movimientos y sus bondades, por estar “incrustados” en sus faldas. Las pronunciadas barrancas que atraviesan al pueblo lo sujetan a manera de brazos por don Gregorio, bautizado así desde siempre, tienen acceso a todo: alimento, ricas tierras abonadas por los constantes minerales de sus recientes erupciones, agua de sus prolíficos veneros o “amaloyas”, y a los deshielos frecuentes de las nieves que lo cubren cada vez que llueve, así como a los bosques que explotan en las partes comunales que les corresponden. aunque la tala de madera fue una actividad importante dos décadas atrás, y el ruido ensordecedor de las motosierras inundaba el pueblo por las noches, hoy esta fuente de ingreso ha disminuido hasta casi desaparecer. en sus ejidos y en sus propiedades privadas, los pocos hombres que hoy habitan la Magdalena y algunas de sus mujeres cultivan alimentos, principalmente frutas, verduras y flores destinadas al consumo y al comercio en los mercados. Los niños también son incorporados a todas las actividades.
En las últimas dos décadas se ha incrementado la migración a nueva York de hombres y jóvenes que trabajan para enviar remesas a sus familiares. esto introduce a los niños en el conocimiento de una nueva cultura, primero a través de lo contado por sus familiares y luego por las fotografías, postales y filmaciones que les envían. en los dibujos que les solicité hacer sobre nueva York pude percibir que han internalizado aspectos fundamentales de esta nueva cultura a pesar de que ellos no han visitado esa ciudad. Los abrigos que se utilizan en el invierno, la iluminación potente que alumbra las calles de esa inmensa urbe, los rascacielos con antenas parabólicas, el servicio de taxi.
Pero a diferencia de su pueblo, al que pintan como una totalidad, sus dibujos se refieren a una pequeñísima parte de la inmensa ciudad; muestran una o dos calles en terreno plano, de igual manera que cuando dibujan las ciudades de atlixco o de México. en estos dibujos sobresale la incorporación de elementos propios como macetas con flores graficadas encima de los altos techos de los rascacielos, el sol brillante y un espectro de colores fuertes y variados que no parece distinguir un espacio de otro.
Comparten la riqueza de las laderas del volcán diversos pueblos de origen mexica que se
comunican por caminos y brechas de terracería. al este se asientan los poblados de san Pedro
Benito Juárez, san Juan Ocotepec, Huexocoapan y el ejido de tochimilco; al oeste, la Hacienda de
cuilotepec, tepanapa y san Martín Zacatempan, y al sur, a sólo dos kilómetros de la cabecera del
municipio, tochimilco. salvo esta última localidad, el resto habla la lengua náhuatl.
A pesar de su cercanía con la ciudad de atlixco, la Magdalena ha conservado el uso de la
lengua náhuatl de manera notoria respecto del resto de los pueblos colindantes: los niños así nos
lo dijeron: “Luego dicen que nosotros nada más hablamos en náhuatl”. a pesar de que geopolíticamente pertenecen a la región de atlixco, en la realidad no es así: “ellos (los de la ciudad de atlixco) dicen que somos puebleños”, “son más orgullosos de cómo vestirse, se ponen ropa más
cara y nosotros no… así andamos con ropa así rompido con algún con agujeritos”. si a ustedes
les preguntan de dónde son, ¿qué contestan?: “Que somos de la Magdalena Yancuitlalpan”, ¿y por
dónde queda?: “cerca del volcán, más abajo”. a la cuestión de: ¿Ustedes pertenecen a atlixco?, responden: “no, porque ellos se sienten más por vivir en la ciudad, hay muchas diferencias”. “Los de
atlixco se sienten más orgullosos porque dicen que ellos no trabajan en el campo y nosotros sí…”
como se percibe, los niños manifiestan conciencia de las relaciones identitarias de acuerdo con
el espacio ocupado, de las representaciones sociales de quienes viven en la ciudad sobre lo indio,
La fuerza de la lengua y la cultura náhuatl es evidente en esta población: en la preferencia comunicativa diaria, en el uso de su ropa tradicional y en la práctica de una serie de rituales propios de la cultura náhuatl, como el huehuetlahtolli (de huehue, “anciano”, y tlahtol, “palabra”), así como
en la contratación de los conocedores de la palabra antigua, de los que aconsejan tal como se hacía
antaño en la cultura náhuatl, ancianos consejeros representantes de la antigua filosofía moral (Leónortilla, 1985; León-Portilla y silva, 1991; Muñoz y Podestá, 1994). Hoy podemos ver la actuación de los huehuetlahtos en las ceremonias importantes de los ciclos clave de la vida: en los bautizos, en las bodas, en las mayordomías, en los funerales.
En lengua náhuatl Yancuitlalpan significa “suelo nuevo” (de yancuic, “nuevo”, y tlalpan, “suelo”)
(Muñoz y Podestá, 1994). este pequeño pueblo se caracteriza por sus calles de tierra que se encuentran en subida, por sus casas de adobe que se distinguen de las nuevas construcciones de ladrillo y bloques de cemento, hechas por los migrantes. La iglesia, que cuenta con un gran atrio, se ubica en el centro y comparte el mismo predio con el panteón. continúa la escuela federal66 de dos pisos y luego la presidencia auxiliar a unos pasos de allí ubicaron el jagüey donde lavan buena parte de las mujeres. a un costado de muchas casas del centro se encuentran canales de piedra, paralelos al
camino, por donde pasa el agua que viene de los manantiales. esta localidad, de 2 56968 habitantes
(inegi, 2000), tiene una larga historia.
Según cuentan niños y adultos, este pueblo se originó como resultado de un éxodo de los
habitantes de Huexocoapan, quienes fueron expulsados de allí por un rico hacendado. Portaban la
imagen de santa María Magdalena cuando llegaron a Ocopetlayuca (hoy tochimilco), donde solicitaron un lugar para asentarse; les concedieron unos terrenos que ellos llamaron “asoleadero de
los leones”, ya que allí acudían animales del bosque a comerse tanto a la gente como a los animales
domésticos.
Por esta razón los enviaron a habitar dichos parajes. sus actuales habitantes afirman
que las tierras les fueron otorgadas en 1539 por el ilustre conde de tendilla. Más adelante, en el año
de 1609, por real cédula, el virrey don Luis de Velasco garantizaba a la comunidad la posesión de
estas tierras y aclaraba los límites fronterizos entre los pueblos de Yancuitlalpan y san Pedro Benito
Juárez. estos datos constan en uno de los libros de la presidencia auxiliar del pueblo, a decir de uno
de los vecinos que tomó nota de los sucesos más relevantes; actualmente no permiten su lectura.
Como ya se dijo, la imagen de santa María Magdalena los protege y acompaña a lo largo de su éxodo convirtiéndose en la santa patrona del pueblo. cada 22 de julio la veneran en la fiesta principal. Los candidatos a mayordomos se proponen ellos mismos para hacerse cargo de la organización;
son escogidos el domingo siguiente al 12 de diciembre en el atrio de la iglesia, de acuerdo con su
disposición y solvencia económica. además de esta fiesta principal, los mayordomos deben organizar otras festividades religiosas como el segundo viernes de cuaresma y el 12 de diciembre, día de
la Virgen de Guadalupe.
En este pueblo la religión católica ocupa un lugar central. Para los cambios de mayordomos no puede faltar la figura de los huehuetlahtos, mencionada en párrafos anteriores.
Los mayordomos entrantes y salientes contratan simbólicamente a uno de estos personajes muy
respetados en la comunidad. a los discursos formales en lengua náhuatl siguen una lluvia de flores y el intercambio de bastones e imágenes.
La vitalidad de la lengua náhuatl no sólo se aprecia en las fiestas importantes del pueblo sino en la cotidianidad. La usan para todas las actividades comunicativas desarrolladas fuera y dentro de sus casas que no corresponden a instituciones nacionales (iglesia, presidencia, escuela) donde
impera el español sin embargo hoy todos, sin importar su edad, hablan ambas lenguas (98% de la
población) (García, chilaca y Pérez, 1998): mexicano (como ellos le nominan) y español.
La entrada de la escuela federal en 1930 fue un parteaguas en la vitalidad que la lengua náhuatl tenía hasta ese momento. Los abuelos y algunos padres recuerdan haber sufrido mucho porque no entendían lo que les enseñaban; además de que les prohibían hablar en su lengua materna. ante estas acciones pensaron la necesidad de que sus nuevas generaciones hablaran primero el español y luego náhuatl (Muñoz y Podestá, 1988, pp. 90 y 94). Los niños con quienes trabajamos son el producto de este cambio de actitud de sus progenitores. comprenden la lengua que escuchan hablar a sus padres y
abuelos pero no la producen, mayoritariamente, con soltura; son bilingües incipientes pasivos en
náhuatl.
Es interesante cómo los niños traducen la narrativa oral que sus abuelos les transmiten y la
relatan en español. Los padres dicen que entre los 10 y 15 años (Podestá, 2000a, p. 40) ya la podrán
“pronunciar”. en la actualidad, este conflicto lingüístico náhuatl-español nos muestra la progresión
que la lengua indígena tendrá en unos años, aunque muchos adolescentes migrantes comentan
que al llegar a nueva York usan mucho la lengua náhuatl entre los paisanos, a manera de guardar
secretos y comunicarse en privado. Las futuras generaciones no sólo conocen la cultura nacional, en
gran medida aprendida a través de la televisión o por sus viajes frecuentes a mercadear a la ciudad
de atlixco y al aeropuerto de la ciudad de México donde reciben a sus parientes, sino por la escuela, donde viven el racismo en carne propia. Los maestros subrayan a diario la importancia de esta
institución porque si asisten podrán “progresar”, “saldrán adelante”, serán capaces de hacer cosas
diferentes de las impuestas por su destino: ser campesinos. aunque sus promedios y participación
en clase son muy buenos —esto dicho por los propios maestros—, la mayoría de los niños aman el
campo.
Cuando hay periodos vacacionales se aprecia el júbilo demostrado de irse desde la mañana.
conciben el campo como un lugar de trabajo pero también de juego; se divierten con los animales,
trepan a los árboles, etc. La obligatoriedad de la escuela “parecería” interrumpir las responsabilidades que éstos tienen asignadas desde pequeños: dar de comer a los animales, cortar leña, ir al
campo, para el caso de los niños; preparar el nixtamal, ir al molino, hacer tortillas, barrer, lavar,
actividades propias de las niñas. a su formación se suma, además, la información proporcionada por sus parientes desde los estados Unidos. Poseen una visión nacional e internacional del mundo
a pesar de vivir en un pueblo, y tienen a su alcance tres lenguas: español, náhuatl e inglés, así como
la cultura local, nacional y global.
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