El segundo viernes de cuaresma danzan las vírgenes de La Magdalena Yancuitlalpan
El segundo viernes de cuaresma las vírgenes de La Magdalena Yancuitlalpan danzan, van de moras, cristianas o pastoras. En ellas recae la responsabilidad del ritual para el señor del pueblo, el cristo que –cuentan los abuelos– iba camino a San Miguel Atlautla, estado de México, pero que le gustó el pueblo poblano y ya no se quiso ir.
En Yancuitlalpan, donde el volcán Popocatépetl se mira de tu a tu, donde los migrantes en Estados Unidos son la esperanza, hay dos fiestas grandes: la de la patrona (22 de julio) y la del señor del pueblo (que va vareando).
Para estas celebraciones hay varias danzas, según se acomoden los miembros de las comisiones y las familias, porque aunque pobremente sean los trajes, siempre es un gasto. El pasado viernes salieron dos danzas: Moras y Pastoras.
Participan puras mujeres, niñas y púberes en realidad. Mujeres hechas y derechas, con hijos, esas ya no “porque no les gusta”. Nadie quiere contar por qué infantes y adolescentes, es más, nadie dice textualmente que para esas danzas se requieren vírgenes.
Pero todo está a la vista: las danzantes van de los 10 a los 16 años, algunas aparentan menos edad porque son muy menuditas, de cuerpos en extremo delgadosÉ llevan en su piel canela cubierta de polvo las marcas de la desnutrición.
Las Pastoras bailan en el interior del templo. Sobre el huipil de bordados rojos y azules se ponen una blusa blanca (como de las que se usan en la escuela), llevan falda tableada que cubre hasta las rodillas y un delantal a cuadros con flores de tela pegadas a las bolsas. En las manos llevan varas adornadas con papel de china de varios colores y sonajas de latón.
Sus cabezas van coronadas con velos blancos y azares de novia. Todo el tiempo mantienen la cabeza baja, mientras mujeres adultas cantan: çbreme mi corazón, acompañadas por violín, guitarra, guitarrón y quinta.
Las Moras interpretan durante todo el día pasajes sobre la guerra entre moros y cristianos. La ropa es la misma que las Pastoras sólo cambian los accesorios. Las moras llevan capa roja, las cristianas capa azul, con mínimos adornos dorados. Ambos bandos portan coronas de latón rematadas en luna para las moras y en cruz para las cristianas.
El ritual realizado en el patio de la primaria es casi íntimo, apenas una decena de personas está ahí para ver, porque jamás se escuchan los diálogos que repiten las niñas dirigidas por don Antonio Aspiros, depositario de la tradición.
Y mientras las cristianas están jurando que acabarán con las moras, María Bibiana se da tiempo para contar que le gusta mucho eso de andar en la danza, igualito que su mamá y su abuela. Se retuerce cuando se le pregunta por qué niñas. Ella tiene 14 años va a la secundaria y tiene su novio, todavía puede salir de Mora porque ni se ha casado ni se ha ido al campo con él.
Todo viene del más allá
Los fiscales estuvieron muy atentos para que todo saliera bien el pasado viernes, fiesta del señor del pueblo. Organizaron a las comisiones para las danzas, la música, las misas, los arreglos de flores y hasta el jaripeo pagado por unos 50 hombres, trabajadores en Nueva York, negados a que sus nombres desaparezcan de Yancuitlalpan, por eso mandan sus dólaresÉ para estar presentes en la memoria del pueblo siempre peregrino.
Jorge Pinzón y Dionisio Díaz contaron que la celebración para el cristo del pueblo es grande, igual que la de la patrona Magdalena. Relataron que las historias de las danzas “vienen del más allá” por eso no saben muchas cosas porque los abuelitos no contaban todo.
Lo que sí tienen cierto es que el señor del pueblo está muy a gusto en La Magdalena porque ahí le gustó y ahí se quedo, igual que la patrona.
La migración para ese pueblo no es nada nuevo, tampoco la frase “todo viene del más allá”, justamente porque Yancuitlalpan tiene una larga historia de peregrinar.
Hace muchísimos años salieron de Axocopan (pueblo cercano a Atlixco) con una imagen de La Magdalena a cuestas y se fueron a Huexocoapan (rumbo a San Pedro Benito Juárez), pero de ahí los corrieron quién sabe por qué (son historias que vienen del más allá) y se fueron acercando al volcán Popocatépetl. Los hombres narran: “se vinieron por acá y aquí le gustó a la patrona, porque cuando ya se iban a seguir su camino no se dejó levantar, se puso pesada, pesada, no se podía mover, entonces dijeron aquí le gusta y aquí se quedaron y aquí nos quedamos nosotros también”.
Lo mismito pasó con el cristo, el señor del pueblo. Lo llevaban para una iglesia en San Miguel Atlautla, estado de México (también en la región del Popo), descansaron en La Magdalena y cuando ya se iban, la imagen se puso muy pesada, ya no la pudieron mover, parece que le gustó el pueblo y se quedó en Yancuitlalpan a unos 7 kilómetros del cráter del volcán Popocatépetl, muy cerca de Tochimilco, donde se erigió uno de los primeros conventos franciscanos en América.
COPIADO DE UNA PÁGINA .